Columnas

Tell Magazine, Julio 2014, Basílicas De Guadalupe, México

No es fácil leer la evolución de las edificaciones a partir de sus materiales, es decir, de lo que históricamente se ha tenido disponible en el mercado en el momento en que se proyecta una obra. Por un lado tenemos la fabricación local e importaciones, y por otro, las horas de trabajo del arquitecto para seleccionar y combinar en pro de un resultado interesante acorde al bolsillo del cliente.

Tampoco es fácil descifrar la mutación que experimenta el programa de un edificio, aún siendo una respuesta a las demandas de sus propios usuarios. Esto significa que ciertos recintos -habiendo sido protagonistas- con el paso del tiempo pueden desaparecer del «mapa». Como ejemplo más cercano y doméstico, tenemos la evolución y transformaciones que experimentan las viviendas unifamiliares. Cada vez son más las personas que omiten el comedor en reemplazo de una cómoda cocina que sea capaz de congregar a toda la familia. Del mismo modo, el dormitorio de servicio comienza a desaparecer silenciosamente del listado de requerimientos y los dormitorios de los niños deben cumplir con el mínimo para evitar el encierro y fomentar el encuentro familiar.

Finalmente, y más difícil aun, es entender el progreso del diseño arquitectónico. Este último no solo está ligado a las nuevas demandas, sino también, a las exploraciones del autor, influencias locales e internacionales, oferta de nuevos materiales, evolución de la norma, alza en la mano de obra, caprichos respaldados por discursos de alta profundidad, responsabilidad energética y resguardo estructural entre muchas variables.

Las tres dificultades señaladas (la evolución de las edificaciones a partir de sus materiales, la mutación del programa y el progreso del diseño) se hacen didácticamente comprensibles y se responden a un primer golpe de vista gracias a la devoción por Santa María de Guadalupe. El edificio antiguo, construido entre los años 1695 y 1709, no solo ha sufrido el desgaste natural por el paso del tiempo, sino también, un deterioro estructural que le ha causado el hundimiento irregular del terreno. Lo anterior no fue lo suficientemente incidente para cerrar sus puertas, como sí lo fue la evolución del rito. Las restauraciones y maquillajes aguantaron casi trescientos años y podrían seguir haciéndolo como muchas edificaciones lo han demostrado. Sin embargo, en 1976 fue necesario «el cambio de casa» para poder contener a las nuevas funciones tales como las peregrinaciones, intercambios, alta masividad y comercio religioso.

Un mismo encargo (una basílica) con otros materiales, otros recintos, otro programa y nuevo diseño. Del Barroco al Modernismo, de la fachada sobrecargada a la simpleza de la curva, de la piedra y el ladrillo al hormigón y fierro, de una fachada descansando en el piso a una apariencia flotante. Bonito o feo, se supone que es lo que necesitaba la sociedad del minuto. Lo interesante de esto, es que dicha mutación se encuentra contrastada en el mismo escenario.

PD: Simplemente la evolución de las cosas.